Santiago Codesido. Copa.
El hincha soñó con estar y ahí llegó. Desde los más variados rincones arribaron con un afán común. No sabían si durarían unos pocos días o
la gloria de permanecer un mes. Podían vestir su camiseta todo el día y embanderarse hasta cruzarse con otro de su raza, con quien tendrían
una palabra, un gesto que los igualara o los pusiera uno a cero. Es que el partido de ellos se jugaba en otro lado, en los bares, en las afueras
del estadio, en las estaciones, allí trancaban sin dudarlo o tiraban el caño al borde de la línea, lo que toda su vida desearon hacer. Ninguno
dudó en dejarse fotografiar, la fiesta era completa y ellos lo sabían. Lejos de los sponsors y el poder, siempre jugando en otra cancha.